No sé si esto sea una competencia
pero siento que voy perdiendo;
a mí, después de todo,
nunca me salió bien eso de hacer cosas bonitas.
Era verte de lejos para dejar de sentirme solo;
era esa fragilidad del amor cristalizada en una mirada.
Por las noches me quitaba el sueño
el pensar si quizá seguías caminando sola por la calle.
Y no sé si te dabas cuenta,
pero me estabas acercando al borde de un precipicio
que tenía el color de tus ojos
y esa maldita sonrisa con la que sueles esquivar
todas mis preguntas.
Nos hemos distanciado, míranos:
nos tomamos de la mano, sí,
pero siempre miramos en direcciones opuestas.
Te extraño a ti y a quien traías contigo
por las noches,
que era tu esencia, esa tregua que le hacía falta
a mi vida.
Te extraño porque eres la canción de amor
más triste que he escuchado,
y yo siempre me enamoro de los desastres;
porque a tu lado los atardeceres
y los días de lluvia me parecían
menos dolorosos;
porque tus abrazos eran
como un campo de batalla sin guerra;
porque eras fría,
y en ocasiones,
quemabas.
Qué difícil es explicarle a alguien
que a veces la única salida que te queda
es perderte a su lado.
Y no volverse a encontrar
jamás.
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