El beso es el primer rompimiento de una intimidad reservada. Es cierto que tenemos amigas a las que platicamos nuestras cosas, con quienes salimos de vez en cuando o aquellas que están en los momentos precisos, donde descubren un evento que nos define… sin embargo, un beso es permitirle a otro estar en tu cuerpo. Hay besos que me han costado mucho trabajo, en los que la anticipación carcome las entrañas o baila en la boca del estómago. Besos que se anuncian como un baile despacio, cosa que odio… bailar, pero ahí estoy, haciendo mi mejor esfuerzo por seguir el ritmo, el compás y eventualmente, incluso, aprendo a disfrutarlo.
Acercarse lo suficiente, no exagerar, tomar entre las manos el rostro de la otra (o del otro) o apretar suavemente su cuello, o tomarle por las caderas y besar. Eso es difícil. Es un gran problema porque piensas si te apesta la boca, si tus labios están resecos o si vale la lengua. Si eres joven, piensas en los grandes besos que has visto en pantalla y se te ocurre si deberías intentarlo como ellos. ¿O es cosa de dejarte llevar? ¿Debo empezar rozando con mis labios nada más? ¿Debo cerrar bastante mis dientes y mi boca y nada más que sienta mis labios? ¿O debo tocar la puerta un par de veces?
Hay otros besos, los que se han dado gracias a demasiadas copas o eventos infames, que son rápidos y certeros. Ni siquiera se disfrutan, pero ahí estás, dando el primer acceso. Besos pasionales que se diluyen fácilmente y se olvidan. Besos sin cariño, dados con la promesa del presente y que en el presente mueren. Besos sensibles.
Yo guardo la memoria de todos los besos que he dado, porque todos me han enseñado algo.
Acercarse lo suficiente, no exagerar, tomar entre las manos el rostro de la otra (o del otro) o apretar suavemente su cuello, o tomarle por las caderas y besar. Eso es difícil. Es un gran problema porque piensas si te apesta la boca, si tus labios están resecos o si vale la lengua. Si eres joven, piensas en los grandes besos que has visto en pantalla y se te ocurre si deberías intentarlo como ellos. ¿O es cosa de dejarte llevar? ¿Debo empezar rozando con mis labios nada más? ¿Debo cerrar bastante mis dientes y mi boca y nada más que sienta mis labios? ¿O debo tocar la puerta un par de veces?
Hay otros besos, los que se han dado gracias a demasiadas copas o eventos infames, que son rápidos y certeros. Ni siquiera se disfrutan, pero ahí estás, dando el primer acceso. Besos pasionales que se diluyen fácilmente y se olvidan. Besos sin cariño, dados con la promesa del presente y que en el presente mueren. Besos sensibles.
Yo guardo la memoria de todos los besos que he dado, porque todos me han enseñado algo.